Hace unos años salí con una chica llamada Sandra, que era muy salvaje en la cama, casi no tenía límites y aunque la relación sólo duro unos meses de intensa pasión, luego guardamos una buena amistad.
Tiempo después nos encontramos, y fuimos a tomar algo a un bar. Me contó que se iba a pasar el fin de semana con su novia, pues Sandra era bisexual, y comentando que yo nunca había estado, me dijo que por qué no me apuntaba. Y así fué. El sábado por la mañana nos encontrabamos los tres en el aeropuerto donde me presentó a su novia, Clara.
Clara, era una chica de unos 19 años (Sandra tenía 25 y yo 27 en aquel momento), y era rubia, ojos azules, muy blanquita de piel y muy aniñada en general, delgada, pocas curvas y con un aire inocentón que hacía que me preguntara como había podido acabar saliendo con Sandra, que era una morena con una pinta de vicio que te revolucionaba las hormonas nada más verla. Sandra me comentaría más tarde, que aquella inocente muchacha, era muy sumisa y curiosa se
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